sábado, 13 de abril de 2013

Nuestro tiempo


HIJO: “Papá, ¿puedo hacerte una pregunta?”
PAPÁ: “Sí, claro, ¿qué es?”
HIJO: “Papá, ¿cuánto dinero ganas en una hora?”
PAPÁ: “Eso no es asunto tuyo ¿Por qué me preguntas tal cosa?”
HIJO: “Sólo quiero saber. Por favor dime, ¿cuánto ganas por una hora?”
PAPÁ: “Si quieres saberlo, gano $100 por hora.”
HIJO: “Oh (El niño con tristeza agacha la cabeza hacia abajo).
HIJO: “Papá, ¿puedo pedir prestado $50?”
El padre se puso furioso.
PAPÁ: “Si la única razón por la que quieres saber lo que gano es para pedir prestado dinero para comprar un juguete tonto o alguna otra tontería, entonces quiero que te marches directamente a tu habitación, quédate en tu cama y piensa por qué estás siendo tan egoísta. Yo trabajo duro todos los días como para lidiar con tu comportamiento tan infantil”.

El niño en silencio se fue a su habitación y cerró la puerta.

El hombre se sentó y comenzó incluso a ponerse más enojado acerca de las pregunta del pequeño. ¿Cómo se atreve a hacer tales preguntas sólo para obtener algo de dinero?
Después de una hora o algo así, el hombre se calmó y comenzó a pensar:
Tal vez había algo que realmente necesitaba comprar con esos $50 y realmente el niño no pedía dinero muy a menudo. El hombre se acercó a la puerta de la habitación del niño y abrió la puerta.

PAPÁ: “¿Estás dormido, hijo?”
HIJO: “No papá, estoy despierto”.
PAPÁ: “He estado pensando, tal vez yo fui demasiado duro contigo. Ha sido un día largo y saqué mi frustración en ti. He aquí los $50 que me pediste…”
El niño se irguió, sonriendo.
HIJO: “Oh, gracias papá!”
Entonces, se levanta y agarra debajo de la almohada, unos billetes arrugados. El hombre vio que el muchacho ya tenía dinero, empezó a enfadarse de nuevo. El niño contó despacio su dinero y luego miró a su padre.
PAPÁ: “¿Por qué quieres más dinero si ya tiene bastante?”
HIJO: “Porque yo no tenía suficiente, pero ahora sí. Papá, tengo $100 ahora. ¿Puedo comprar una hora de tu tiempo? Por favor, ven a casa temprano mañana. Me gustaría cenar contigo.”

El padre se sintió aplastado. Puso sus brazos alrededor de su pequeño hijo y le suplicó por su perdón.



*Es sólo un pequeño recordatorio a todos los que trabajan tan duro en la vida. No debemos dejar pasar el tiempo entre los dedos sin haber pasado algún tiempo con aquellos que realmente importan en nuestras vidas, las personas cercanas a nuestros corazones. No dediques todo tu tiempo en el trabajo, acuérdate que hay quienes esperan ansiosamente tu llegada.